Puerta de Morón

Se trata de una de las puertas principales del recinto amurallado. Conectaba la medina con el camino que llegaba a Morón de la Frontera, aunque las múltiples funciones a lo largo de la historia, impiden ver a simple vista cuál fue su estructura y función originaria. En nuestra localidad es conocida como “Los Cuatro Cantillos”.

Fue un acceso de eje acodado con carácter cerrado y militar, al que se accedía desde la ciudad extramuros a través de un arco enjarjado de herradura apuntado, enmarcado por un elaborado alfiz de cantería de cuidada factura, pero muy modificado del aspecto primitivo. Este arco se abre a un pequeño umbral, cubierto por bóveda de cañón de ladrillo que mediante otro arco de herradura apuntado realizado en este mismo material, permite el acceso al patio, el cual se desarrollaba entre el vano de entrada y el de salida. Es decir, una doble puerta con abertura de ejes perpendiculares.

Tanto el arco, como el despiece de sus dovelas, el alfiz y todos los sillares cuadrangulares y ladrillos que lo encuadran, forman parte de la etapa tardoalmohade, a excepción de los salmeres en nacela que conforman la herradura, que son posteriores.

En cuanto a la otra puerta, la que daba acceso a la medina, presenta un doble arco rebajado de ladrillos, siendo únicamente originales las jambas del arco más externo, conformadas por sillares perfectamente cortados y colocados.

La técnica constructiva es la misma que la del resto de muralla, es decir, a base de cajones de tapial, observables en cada uno de sus cuatro frentes. Es muy probable que el tapial predominase en toda la construcción, aunque su aspecto actual nos delata las continuas transformaciones a lo largo de los siglos. Las esquinas presentan grandes sillares de piedra arenisca, trabajados de forma cuadrangular que se colocan como refuerzo.

En definitiva, esta tipología de puerta abierta dentro de la propia torre, en cuyo interior se desarrolla el pasaje en recodo, era un sistema más económico que el de arco flanqueado por dos torres (Arco de la Rosa), sin que la eficacia se viera alterada.

La reedificación de gran parte de la muralla, bajo la bula papal otorgada en 1430, tras los movimientos bélicos de la villa, también afectó a esta parte del sistema defensivo islámico, reconstruyendo los lugares que habían quedado arrasados y reforzando aquellos puntos más débiles con fábrica de mampuesto y cantería.

En este caso, encontramos grandes zócalos de mampostería careada distribuidos por cada uno de los cuatro alzados, que podrían pertenecer al siglo XV, momento de las transformaciones de la Puerta de Sevilla, por la fábrica constructiva homogénea, que encaja perfectamente con los elementos originales existentes. Fue durante el siglo XVIII, el momento en el que se produjeron una serie de reformas que afectaron notablemente al aspecto externo de este torreón. La más llamativa fue la apertura de vanos (de entrada o ventilación), incorporados en el zócalo de mampuesto, que quedaron encubiertos por una gruesa capa de pintura y jabelga (revestimiento de cal) en la zona intermedia y alta ocultando la primitiva fábrica de tapial.

En el siglo XIX, se llevaron a cabo bastantes destrucciones en el trazado amurallado y alteraciones en este torreón. La Puerta de Morón tenía adosado un lienzo de muralla que conectaba con una torre cuadrangular, que se encontraba en lo que hoy día es la plaza del ayuntamiento, y donde en 1906, aprovecharon la base de dicha torre para levantar la conocida “Torre del Reloj”.

En estos años de crecimiento y desarrollo, el lienzo amurallado fue cortado y destruido casi por completo para poder abrir la calle San Francisco, de forma que pudieran pasar los carruajes, dejando tan sólo un pequeño vestigio de su grandiosidad. El torreón adquiere así un carácter aislado y su reconstrucción se basó en el retacado (relleno de mortero) de ladrillos en las partes bajas de los ángulos y parcheado en aquellas zonas donde la pérdida de materia constructiva fuera mayor (como por ejemplo, las jambas del arco de herradura).

Una vez entrado el siglo XX, se realizaron una serie de transformaciones que dieron una nueva imagen al torreón más parecida a la que pudiera tener en origen. Se elimina el zócalo pintado que se había incorporado años atrás, dejando relucir el mampuesto que poseía, posiblemente, desde el siglo XV. Las puertas y ventanas pertenecientes a comercios que se encontraban en su interior, rompiendo la primitiva fábrica, se cegaron con unos parches de mampostería. Tan sólo se dejó el balcón de arco apuntado de ladrillos haciéndole leves reformas. Se reconstruyó un remate almenado de tipo oriental, ya que no se conservaba resto alguno del original, más alto que el actual, sobre un doble encintado característico de las construcciones almorávides, con fábrica de ladrillos y recubierto con mortero de cemento, cuyos merlones eran algo desproporcionados en comparación con otros originales conservados en diversos puntos de la cerca.

En el último cuarto del siglo XX, se enjabelgó (blanqueado de cal o yeso) toda la mitad superior donde se encontraba el tapial original tardoalmohade y aún hoy, se deja ver en algunas zonas altas del torreón.

En la década de los 80, se procedió a rehabilitar el interior, momento en el que se colocaron las cristaleras y las verjas de hierro en las puertas para que dieran luminosidad y protección a la exposición que alberga. Aunque existen ejemplos de ejes acodados en puertas almorávides, las características formales (patio, doble arco, uno de cantería y otro de ladrillo, con umbral cubierto por bóveda de cañón), nos permite relacionarla con las obras de fortificación que emprenden los almohades.