Es un tipo de puerta flanqueada por dos torres, como fue el caso de la desaparecida puerta de Osuna. Aunque es tomada como emblema del Islam en nuestra localidad, debe encuadrarse en momentos posteriores según los últimos estudios realizados.
Esta localidad soportó durante siglos diversas guerrillas fronterizas. Fue tras la gran devastación sufrida en Marchena en 1368 por Muhammad V, cuando se hizo necesaria una urgente reparación de su cerca, que vino de la mano de don Pedro Ponce de León, V Señor de Marchena, a través de una bula otorgada por el papa Martín V para la reedificación de los muros de esta villa y las zonas más deterioradas de diversos sectores. La reforma consistió en poner en marcha un programa constructivo que iba desde el entorno de la Puerta de Sevilla (conocida actualmente como Arco de la Rosa), torres cuadrangulares, lienzo, así como todas las torres semicirculares repartidas por el perímetro amurallado. La envergadura fue tal, que se ofrecieron gentilezas a todos aquellos cristianos que contribuyeron a la realización de dichas labores, concluidas en 1430. Destacamos así la datación de la puerta como obra del s. XV. Aunque sí es posible que fueran de época tardoalmohade unos muros y arquillo desaparecidos ya en el siglo XIX, que se ubicaban por detrás del actual puerta y que podríamos relacionar con la primitiva ubicación del acceso. Fue esta puerta, junto con la de Morón, la que recibió los cambios más notables de la cerca, dándoles el aspecto monumental que poseen en la actualidad.
Esta importante reparación devolvió a Marchena su carácter fortificado. La concesión de la bula para la reconstrucción y reorganización del trazado, junto con la necesidad de rehacer el ruinoso cerco defensivo, hicieron que fuera la villa marchenera (concretamente el Castillo de la Mota), el lugar donde se alojarán los Reyes Católicos y don Rodrigo Ponce de León (I Marqués de Cádiz), para dirigir gran parte de las operaciones militares contra el Reino de Granada en 1485.
Una de las teorías más fehacientes que nos indica una posterioridad constructiva de la Puerta de Sevilla (de ahora en adelante, Arco de la Rosa), con respecto al conjunto amurallado tardoalmohade, es la fábrica prácticamente uniforme a base de mampuestos, a diferencia del tapial de época anterior.
Es una puerta dispuesta “en quiebro” y cumple todos los requisitos que recomendaba Vitruvio, algo excepcional en las puertas hispanomusulmanas. Se abre a través de un acceso en arco de herradura sin apuntar enjarjado de sillería, en el que destacamos la disposición de las dovelas. Entre ellas sobresale la imperfección de la clave, la cual no coincide con el centro del arco, si tenemos en cuenta una pureza técnica. Son varias las hipótesis que se barajan acerca de la disposición de las mismas, a través de las cuales se intenta descubrir el diseño original de la puerta. Puede que fuera un arco de herradura apuntado y que tras alguna remodelación posterior se alterara la clave; o bien, que no fuera apuntado, sino tal y como se nos presenta hoy día, siendo una construcción anterior a la invasión almohade, ya que el arco sin apuntar es frecuente en las fortificaciones almorávides. Aunque, como indican estudios más recientes, no está claro que sea una obra islámica, sino posterior, donde las formas y proporciones no preocupaban en exceso, como sí podemos apreciar en el arco de herradura tardoalmohade que encontramos en la puerta de Morón.
Se encuentra flanqueado por dos esbeltas torres que no tienen relación formal ni estructural con el resto de la cerca. Presentan sillares en sus esquinas y, a modo decorativo, fustes de columnas marmóreas de acarreo romano.
Destacan elementos góticos como marcas de canteros, gárgolas, saeteras y el escudo de armas sobre la clave del arco que ostenta el emblema de los Colonna, familia del papa que concedió la bula y ordenó las reformas, y el de los Ponce de León, quienes favorecieron dichas obras. La parte posterior es una puerta de medio punto unida a la puerta exterior mediante una cubierta de bóveda de cañón labrada en ladrillo. En su interior existe una cámara a la que se accede por una escalera lateral perteneciente a una vivienda contigua.
Una de las torres está unida a un lienzo de muralla que ha sufrido bastantes reformas en los últimos siglos, fundamentalmente en su zona superior. Dicho lienzo enlaza, a su vez, con un torreón semicircular, también alterado, cuyos elementos constructivos dejan entrever que tanto la puerta, como las torres cuadrangulares y el torreón semicircular presentan una fábrica característica del período cristiano, con tendencia al mampuesto careado para la mejora de la defensa. Así, es posible determinar que tanto la planta de la muralla en el entorno de esta puerta (quiebro forzado en el trazado), como las torres próximas, son atribuibles a una misma etapa constructiva. Es posible que el empleo de artillería pusiera en peligro los muros de tapial reforzándolos con este tipo de mampostería.
Es observable como en origen la altura del suelo correspondería a un nivel superior. Podría comenzar en el arranque de las jambas del arco de herradura o justo por debajo de las columnas de mármol que aparecen en las esquinas, donde los sillares presentan una forma más descuidada en la fábrica (irregularidad de los mampuestos).
Recibe tal nombre por la comunicación directa con la capital hispalense, además de unir la ciudad extramuros con la medina. El flanqueo de la puerta con las dos torres sobresalientes a la misma, enaltece aún más esta puerta dando ese sentido de impenetrabilidad y robustez absoluta. Paradójicamente a su función, es el nombre con el que habitualmente se le conoce, fruto de una leyenda que cuenta que una princesa mora lanzaba rosas a un soldado cristiano desde lo alto de la muralla, consecuencia de un amor imposible entre ambas religiones en tiempos de la Reconquista. Cuando el cristiano murió, la princesa rogó encarecidamente visitar su casa, donde encontró todas y cada una de las rosas lanzadas, mustias y secas, que él había ido guardando como prueba de su pasión. Pero el rigor histórico nos dice que dicha denominación se debe a la colocación en este lugar de un cuadro de la Virgen con motivo de la cristianización de lugares paganos con imágenes sagradas. Esta virgen era conocida con la advocación de “Virgen de la Rosa”. De ahí su emblemático nombre.