El mirador de la duquesa
El jardín de palacio se articulaba como una pieza más del programa decorativo renacentista, conjugando la naturaleza y el artificio arquitectónico en perfecta armonía.
Representaba una nueva concepción humanista del espacio ajardinado, entendido como “locus amoenus” o “lugar idílico” pero ordenado según un criterio estético con elementos llamativos como fuentes, cenadores, miradores, emparrados y laberintos vegetales.
Se convierte así en un espacio para la conversación y el descanso, con un lenguaje poético caracterizado por la luz, el aroma de las rosas, los jazmines y el azahar, el canturrear de las aves, el sonido del agua al brotar y el deleite artístico y paisajístico.
Pero también es concebido como un espacio escenográfico de representación, símbolo del poder y de la identidad nobiliaria, que habla de su dueño, de su estatus social, virtudes e inquietudes culturales.
Es por tanto el jardín el fiel reflejo de la personalidad de Luis Cristóbal Ponce de León, II Duque de Arcos (1530-1573), “amigo de las letras y de los que las professan” según el cronista de la casa Pedro Salazar y Mendoza.
A raíz de su matrimonio con María de Toledo y Figueroa (1542) comenzará la transformación del alcázar mudéjar en palacio renacentista, convirtiéndolo en una “cárcel de amor” con las comodidades necesarias para hacer la estancia de su esposa más llevadera, mientras que el duque se dedicaba a sus labores militares y diplomáticas en Europa. Entre otras destacamos unos aposentos para la duquesa, un patio de las mujeres y el propio jardín.
Entre los elementos más característicos de este último espacio destacamos la probable existencia de un mirador sobre la T-1, hoy desaparecido.
Varios son los indicios que sostienen esta tesis como el desmoche homogéneo de la torre almohade y el tallado escalonado y abocinado del lienzo de muralla asociado a un podio igualmente escalonado.
A partir de estos datos planteamos una reconstrucción idealizada de ese posible mirador, según un criterio estilístico propio de la época y del entorno (mudejarismo y clasicismo), teniendo como referente la obra de Hernán Ruiz II, presente en Marchena hacia 1567 para la construcción de la torre de Santa María por encargo de los duques.