La visita al Conjunto

En el entorno monumental del Alcázar almohade y Mirador de la duquesa nos adentramos en una parte del pasado de Marchena milagrosamente conservado a pesar del paso de los siglos.

Se trata de un tramo de unos 100 m. lineales de la cerca del antiguo alcázar islámico, recientemente restaurado, entre cuyos restos podemos observar la evolución arquitectónica que ha sufrido el inmueble desde sus orígenes en el s. X como edificación militar hasta su transformación en palacio y residencia ducal a lo largo de los siglos XVI y XVII.

Para un mejor aprovechamiento didáctico de la visita proponemos el siguiente recorrido, jalonado por una serie de paneles explicativos en los que se ha procurado mantener un orden cronológico en la exposición de las distintas etapas históricas que mejor definen al monumento.

1. Panel introductorio y breve recorrido histórico del monumento.

2. Entorno del Portillo y Torres 4 y 5.

3. Del Alcázar califal al Palacio Mudéjar.

4. El Palacio Renacentista. Jardines de palacio y Vergel del Parque.

5. El Mirador de la Duquesa.

6. La restauración y puesta en valor del entorno.

ORÍGENES DE MARCHENA

El cerro de la Mota, en cuya falda nos situamos ahora, representa el punto más elevado y septentrional del parcelario histórico de la localidad. Esta posición dominante facilita el control visual de un amplio territorio bañado por el río Corbones y su principal afluente el arroyo Salado, cuya fértil vega ha favorecido la ocupación humana y la explotación de sus recursos agropecuarios desde la Prehistoria.

Descartada la posibilidad de un origen colonial romano (Colonia Martia Romanorum, difundida por Rodrigo Caro en el s. XVII), el topónimo de “Marchena” pudo haber derivado del nombre del propietario de alguna villa altoimperial (Marcius o Marcianus), que concentró el poblamiento rural tras la caída del Imperio romano, habiendo evolucionado hacia /Maršāna/ en época islámica y de ahí al actual nombre de la localidad.

Sea como fuere, las fuentes documentales más antiguas que nos hablan de Marchena como centro poblacional se remontan a la segunda mitad del s. X y se deben al historiador cordobés Ahmad al-Razi quien hace referencia a una villa muy poblada en torno a una fortificación.

“Et en su termino (Carmona) ha villas et castillos, de los quales es el uno Marchena que es mui buena villa et mui poblada de gente,…”. Crónica del moro Rasis, (siglo XV).

Respecto a su entidad administrativa, Madinat Maršāna se configura desde época califal como un distrito o iqlīm perteneciente a la cora de Istiyya (Écija), como apuntan las últimas investigaciones.

Este origen califal de la localidad se ha podido atestiguar arqueológicamente durante los últimos trabajos de restauración, con el descubrimiento de varios tramos de muralla datada entre los siglos X y XI e integrados en la cerca principal del Alcázar, de época tardoalmohade (fines del s. XII-principios del s. XIII).

Ahmad Al Razi (887–955).

Historiador andalusí de gran prestigio en el califato de Córdoba que escribió sobre la historia y geografía de Al-Ándalus, entre cuyas obras destaca Akhbar Muluk Al-Andalus, traducida al portugués en el s. XIV y de éste al castellano en el s. XV como Crónica del moro Rasís.

MADINAT MARŠĀNA ALMOHADE

Durante el dominio del califato almohade, el distrito de Maršāna conocerá un gran desarrollo poblacional y agrícola, siendo su prestigio tal que autores contemporáneos como el místico y poeta andalusí Ibn Arabí no dudaron en adornar su nombre con epítetos tan elocuentes como “Marchena de los olivos”.

Este crecimiento económico implicó también un importante desarrollo urbano, así como la mejora y ampliación de sus defensas, fruto de la política militarista y centralizadora del nuevo estado bereber, en constante alerta frente al avance de los reinos cristianos, sobre todo desde principios del s. XIII. Estos muros, ejecutados en tapial, encierran dos grandes recintos adosados pero independientes: el Alcázar y la madina.

El Alcázar. Sobre el promontorio de la Mota, era el centro de la guarnición y de la autoridad militar desde donde se protegía, administraba y fiscalizaba la actividad económica del distrito de Maršāna, en nombre de los califas bereberes. Su ingreso principal se realizaba desde la propia madina, a través de la Puerta del Tiro.

La madina. Se extendía al Este y sobre todo al Sur del Alcázar, estando rodeada por una cerca de 1400 m de longitud jalonada por 26 torres de planta cuadrangular y otras 5 de tendencia cilíndrica (éstas se levantaron hacia 1430 en mampostería aparejada, sustituyendo a otras tantas cuadrangulares de origen almohade). A lo largo de su recorrido se abren al menos 6 puertas.

Ibn Arabí (1165-1240).

Filósofo, poeta y místico andalusí perteneciente a la doctrina sufí que recorrió Al-Ándalus, el norte de África y todo el Levante islámico extendiendo esta corriente de pensamiento. Entre sus referentes destacaron las también místicas Fátima de Córdoba y Shams de Marchena.

LA MARCHENA SEÑORIAL

Según la Primera Crónica General de Alfonso X el Sabio, Marchena fue sometida sin dificultad en 1240, al igual que otros muchos núcleos de la Campiña como Écija, Osuna, Morón o Estepa. Los “moros” del lugar entregaron el alcázar, la villa y las armas por medio de Pactos o Pleitesías que les obligaba a someterse y pagar “sus tributos et sus pechos” a cambio de conservar la vida, su credo y propiedades en arrabales y alquerías.

Pero lejos de mantenerse este equilibrio, la presión fiscal, social y cultural sobre estos mudéjares provocó su emigración masiva hacia el reino nazarí de Granada o el Norte de África y el consecuente despoblado que se intentó contrarrestar con sucesivas iniciativas repobladoras.

Por su valor estratégico y proximidad a la nueva “banda morisca”, la plaza de Marchena es convertida por Fernando III en señorío jurisdiccional, que cede a su segunda esposa Juana de Ponthieu en 1243, quien a su vez lo vincula al hijo de ambos, el infante Luis de Castilla.

En 1309, Fernando IV de Castilla entrega el señorío a Fernán Ponce de León por su participación en el cerco de Algeciras, convirtiéndose desde entonces en patrimonio familiar de este joven linaje nobiliario.

Las razias y los saqueos de estas décadas bajomedievales, como la protagonizada por Muhammad V de Granada en 1368, vasallo de  Pedro I, habían arruinado las defensas de ta pial almohades, teniendo que repararse entre 1430 y 1448, gracias sobre todo a una bula concedida por el Papa Martín V.

Escudo de armas de los Ponce de León
Juana de Ponthieu (1220-1279)
Rodrigo Ponce de León y Núñez (1443-1492)
Escudos del Papa Martín V y los Ponce de León. Arco de la Rosa

Pero el personaje que marcó el final de la Edad Media fue Rodrigo Ponce de León y Núñez (muerto en 1492), III Conde de Arcos y I Duque de Cádiz, por su decisivo papel en la guerra de Granada. Rodrigo se encontró una ciudad con las defensas recién reconstruidas y en pleno crecimiento, como demuestra el nacimiento de los dos arrabales históricos extramuros (San Miguel y San Sebastián) y otro al pie de la Puerta de Écija, aunque desmantelado a mediados del s. XVII.

Al gran héroe de Granada y “martillo de los moros” se debe la transformación del antiguo alcázar almohade en Palacio mudéjar, con la intención de reafirmar su grandeza y dominio, haciendo de Marchena la capital de su Casa y Estados.

Concluida la guerra y pacificada la zona, Marchena experimentará un crecimiento exponencial en lo demográfico, económico y arquitectónico a lo largo del s. XVI. El palacio conocerá su punto álgido de esplendor debido sobre todo a la iniciativa de Luis Cristóbal Ponce de León y Téllez-Girón, II Duque de Arcos, capitán general en Flandes y embajador en la corte de la regente Catalina de Médicis, en París. Luis era un hombre de su tiempo, de gran sensibilidad artística y humanística, además de excelente político y militar. Entre 1530 y 1573 realizará la transformación del palacio mudéjar, legado por su bisabuelo Rodrigo, al gusto renacentista con un amplio programa decorativo de yeserías, azulejos, mármoles y pinturas.

Luis Cristóbal Ponce de León (1528-1573)
Artesonado y yeserías del palacio de la Condesa de Lebrija (Sevilla) procedente del Palacio Ducal de Marchena

Este crecimiento económico implicó también un importante desarrollo urbano, así como la mejora y ampliación de sus defensas, fruto de la política militarista y centralizadora del nuevo estado bereber, en constante alerta frente al avance de los reinos cristianos, sobre todo desde principios del s. XIII. Estos muros, ejecutados en tapial, encierran dos grandes recintos adosados pero independientes: el Alcázar y la madina.

El Alcázar. Sobre el promontorio de la Mota, era el centro de la guarnición y de la autoridad militar desde donde se protegía, administraba y fiscalizaba la actividad económica del distrito de Maršāna, en nombre de los califas bereberes. Su ingreso principal se realizaba desde la propia madina, a través de la Puerta del Tiro.

La madina. Se extendía al Este y sobre todo al Sur del Alcázar, estando rodeada por una cerca de 1400 m de longitud jalonada por 26 torres de planta cuadrangular y otras 5 de tendencia cilíndrica (éstas se levantaron hacia 1430 en mampostería aparejada, sustituyendo a otras tantas cuadrangulares de origen almohade). A lo largo de su recorrido se abren al menos 6 puertas.

Durante el s. XVII, caracterizado por la crisis económica y demográfica, la actividad de los señores de Marchena se va a limitar a labores de mantenimiento en su residencia, así como al patrocinio de una intensa labor fundadora conventual como respuesta piadosa a esa situación crítica general. Así, en el entorno del propio palacio se construyen los conventos de la Inmaculada Concepción (1632) y de los Ángeles Custodios de Capuchinos (1650), bajo el ducado de Rodrigo Ponce de León y Álvarez de Toledo, IV Duque de Arcos y Virrey de Valencia y Nápoles.

El último momento de esplendor de la villa señorial se dio a principios del s. XVIII materializado en la reordenación urbanística de la Plaza de Arriba  proyectada por el arquitecto castellano Alonso Moreno (1713) bajo el patrocinio de Joaquín Ponce de León y Lancáster, con una lógica y estética barroca, incluyendo las Casas Capitulares y la nueva fachada del Palacio Ducal.

A partir de finales del s. XVIII la presencia ducal en Marchena se redujo drásticamente por el traslado de la corte a Madrid y el abandono paulatino del palacio, que terminará sus días de gloria en un proceso de venta, desmantelamiento y expolio provocado por la quiebra de la casa de Osuna a la muerte de Mariano Téllez-Girón en 1882, depositaria del ducado de Arcos desde 1834.

Convento de Capuchinos a fines del s. XIX
Puerta del Palacio Ducal. Grabado de Salvador R. de Azpiazu
Retablo de azulejos en la entrada del compás del convento de la Inmaculada Concepción
Rodrigo Ponce de León IV Duque de Arcos y Virrey de Valencia y Nápoles
Detalle de la fachada barroca del Palacio Ducal durante el Mandato (1889?)